Elecciones en 1884.

El panoráma político en ese año no ofrecía perspectivas satisfactorias respecto de la sucesión presidencial. De los candidatos que habían figurado en las elecciones celebradas cuatro años antes, no quedaba uno solo que hubiera mantenido su prestigio político o que conservara sus aspiraciones a la presidencia, y aquellos que habían estado cerca de González, durante su gobierno, carecían de personalidad propia. Esta falta de figuras presidenciales llevó a algunos gonzalistas a plantear la reelección, pero no parece que González hubiera considerado esa posibilidad; además, por su carácter anticonstitucional, la reelección hubiera provocado la abierta oposición de Díaz y quizás un nuevo conflicto armado.

Ante tales circunstancias, el candidato viable era Porfirio Díaz, considerado por muchos como el hombre indicado para el país avanzara el pogreso; por lo tanto fue el único candidato en esas elecciones, y aunque hubo oposición, ésta fue débil e independiente de los partidos políticos; éstos aceptaron a Díaz, pues, según manifestaron, representaba la salvación de la sociedad. "Su nombre" - decía un períodico de la época- "está en todos los labios y en todos los corazónes". El 25 de septimebre la Cámara de Diputados declaró que Porfirio Díaz había excedido por mucho la mayoría absoluta exigida por la Constitución al alcanzar 85% de los votos. Dicha elección no era violatoria del principio de la Revolución de Tuxtepec ni de la Constitución. El 1° de diciembre de 1884, Porfirio Díaz iniciaba su segundo mandato presidencial.

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